Durante años traté de encontrar respuestas en libros, formaciones y espiritualidad. También pasé por etapas de dispersión y evasión, sin darme cuenta de que todo aquello me alejaba de mí.

El punto de inflexión llegó con una profunda crisis que me llevó a mirar hacia dentro. Atravesé etapas de confusión, pérdidas y aprendizajes que me hicieron comprender que la verdadera transformación no consiste en convertirse en alguien distinto, sino en volver a ser uno mismo.

Hoy mi trabajo nace de esa experiencia: de haber transitado la vulnerabilidad, la duda y el cambio hasta encontrar un modo más auténtico de vivir. Acompaño a personas que sienten que es tiempo de detenerse, mirarse y comprenderse, creando espacios de escucha profunda donde puedan reconocerse sin juicio, conectar con su sensibilidad y dar pasos concretos hacia una vida más consciente.

Me mueve la convicción de que no hay recetas universales, sino caminos singulares. Por eso mi acompañamiento no se basa en técnicas cerradas, sino en una presencia viva, ajustada a lo que ocurre en el encuentro. Desde ahí, la relación se convierte en un espacio de descubrimiento: un lugar donde lo humano se honra y donde cada persona puede recordar que ya tiene dentro lo que necesita para estar en paz consigo misma.